jueves, 19 de septiembre de 2013

Mi gran casamiento chino

Uno puede llegar a planificar de que en China va a ver la Gran Muralla, los osos pandas y los Guerreros de Terracota, pero es difícil de imaginar como una excursión a las terrazas de arroz puede incluir tu propio casamiento en la aldea de las mujeres con el pelo más largo del mundo. 
Mi "esposa" china
Por Diego

El día estaba más o menos organizado. Estábamos en Guilín, una de las ciudades más importantes de la provincia de Guangxi, al sur de China. Como teníamos poco tiempo en esa ciudad decidimos ir a conocer las terrazas de arroz con un tour con guía y todo. 
Las terrazas quedaban como a tres horas en colectivo desde la ciudad. En el micro eran todos chinos menos Sofi, yo y dos españolas. Como el guía hablaba todo el tiempo en chino  nosotros , los extranjeros, veníamos charlando atrás muy tranquilos. 
De repente el señor con el micrófono en la mano termina su discurso y viene hacia nosotros. Ahí fue cuando nos dijo que antes de ir a las terrazas íbamos a pasar por una aldea de etnias minoritarias  El lugar se llamaba Huangluo pero es conocido comúnmente como la "Aldea del pelo largo".
No teníamos más remedio así que fuimos. Igual la idea nos despertó cierto interés.
Al llegar al lugar nos bajamos del colectivo, cruzamos un río mediante un puente colgante y entramos a un gran salón. Y ahí estaban, las mujeres con el cabello más largo del mundo. 
En ésta etnia, el pelo de la mujer es lo más preciado y se lo pueden cortar solo una vez en la vida, a los dieciséis años, antes de comenzar a buscar pareja. Es por eso que en algunas mujeres su cabello puede llegar a medir hasta un metro setenta centímetros de largo!
Hecha la aclaración vuelvo a la historia. La mujeres de pelo largo estaba ahí, bailando en el escenario y el público sentado en sillas distribuidas en todo el salón.
Yo me puse en un costado a mirar, a hacer algunas fotos y a degustar una sopa de choclo y girasol que repartían y que estaba bastante rica.
Hasta que llega un momento en que las mujeres terminan de bailar y desaparecen tras el escenario. Fue ahí cuando una de ellas, la animadora, se paró en el medio y comenzó a elegir a hombres para que suban a la tarima. Eran cuatro los chinos que habían subido hasta que veo que la mujer empieza a señalar hacia la dirección en donde estaba parado yo. Lo primero que hice fue mirar para atrás, para ver a quién había elegido y ¿qué había detrás mio? Una pared. Tras ver que era yo el elegido, para chequear nomás, me señale el pecho con el dedo índice de mi mano derecha y le pregunte "¿Yo?" Los chinos no hablan inglés pero si alguien en cualquier parte de mundo mueve la cabeza de arriba hacia abajo, eso, significa que si. Y ahí nomás, sin achicarme y ante las risas de todo el mundo, y la mía propia, subí las escaleras hacia el escenario.  
Y de repente estaba ahí, paradito en el medio con dos hombres a mi derecha y otros a mi izquierda. Estábamos ahí porque nos íbamos a casar. Si, leíste bien, es casar con S y no con Z de escopeta.
Para casarnos debíamos dar una serie de pasos:
El primero fue elegir a nuestra futura esposa. Un joven, casi adolescente (no me prejuzguen que la niña por algo estaba ahí) fue la elegida.
Luego nos llevaron tras bambalinas para que nos vistiéramos acorde a la ocasión  Nuestro vestuario consistía en un gorro de color marrón y una cinta que me cruzaba el torso de color rojo con un gran moño en el pecho. Una vez vestidos vino el mangazo: teníamos que elegir un obsequio para nuestras parejas asique, previo pago de 30 yuanes, elegí una pulsera de plata.
Una vez disfrazados nos pararon en fila de cara al público y cada una de nuestras futuras esposas se nos paró al lado con la cara tapada por una tela roja. Nosotros teníamos que descubrir su rostro.
Había que descubrir a las novias

Tras haber hecho el reconocimiento nos pidieron a mi y a otro de los "esposos"  que diéramos un paso adelante y nos pongamos a amasar una especie de engrudo con unos palos en un balde. Ninguno de los dos sabíamos para que era eso pero lo hicimos durante algo así como treinta segundos.
Amasando vaya a saber uno que...

El siguiente paso era el momento cumbre de la ceremonia. Cada uno de los hombres tenía que cantarle una canción a su futura esposa. Cuando me pasaron el micrófono no me pregunten por qué pero la primer canción que se me vino a la cabeza fue "Mariposa tecnicolor" de Fito Páez y así fue como, con la ayuda que me brindó el aplauso del público, entoné la primera estrofa del hit del cantante rosarino. Claro que todos los presentes no entendían nada lo que cantaba y me quisieron cortar un par de veces pero yo no podía terminarla así nomás, antes de la parte que dice "... y la tribuna grita gol el lunes por La Capital..." y es por eso que seguí hasta que el aplauso me calló. 
Por ese entonces Sofi se descostillaba de risa y me sacaba fotos.


(Si no pudiste ver el video hacé click aquí)

Pasado el segmento musical llegó el momento del brindis. No brindamos con champagne, ni con vino, ni siquiera con sidra, lo que nos dieron fue un licor tan fuerte que al tomarlo los ojos se me cerraron sin poder evitarlo. Y el brindis no fue de la forma en que nosotros, los occidentales, estamos acostumbrados a hacerlo; había que entrelazar las manos de una forma muy extraña con la mujer que brindaba con vos.


El brindis con un licor fuertísimo

Como en toda fiesta de casamiento luego del brindis viene el baile. Y el baile también fue particular. Todas las parejas formamos una ronda y las mujeres que no formaban parte de esa ronda nos pellizcaban la cola (si, el culo) mientras bailábamos! 
Antes de finalizar faltaba la entrega de regalos. Puestos espalda con espalda con mi "esposa", le tenía que pasar, disimuladamente, la pulsera que había escogido para ella y ella a cambio me entregaba mi regalo, una carterita. Claro que a principio no entendí que tenía que hacer hasta que me di cuenta de que tenía que darle la pulsera y no sabía en donde la había metido! Al final la encontré y se la di pero a esa altura todos ya la habían entregado y el público se reía mucho de como la buscaba en cada bolsillo y no la encontraba.
La ceremonia había casi terminado, solo faltaba una cosa; llevar a caballito a mi esposa hasta detrás del escenario sorteando el obstáculo que me originaron las demás mujeres que me impedían la retirada.


La retirada era a "cocochito"
Una vez devuelto el gorro y la cinta volví con el público que todavía se reía del papelón que habíamos hecho.
Al final todas las mujeres salieron a escena y se soltaron el pelo dejando ver lo largo que eran sus cabellos. El largo del pelo es directamente proporcional a la edad de las mujeres por lo quea  las mujeres más ancianas  las puntas les tocaban el piso.


La final las mujeres mostraron su cabello
las puntas tocan llegar a tocar el piso

Fue muy divertido. Arranqué el día queriendo conocer las terrazas de arroz y no era el mediodía y ya estaba casado con una mujer de la "Aldea del pelo largo".
Y así fue como de forma impensada, absurda, ridícula y graciosa tuve "Mi gran casamiento chino".

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