domingo, 8 de septiembre de 2013

Rinjani Trekking, una caminata sobre las nubes


El centro de la isla de Lombok, en Indonesia, es un lugar ocupado y dominado por el imponente monte Rinjani. Cuando nos enteramos que se podía escalarlo no dudamos en intentarlo obteniendo como resultado una de las más lindas experiencias de nuestras vidas.


Por Sofi y Diego

Primera parte: Selva, lago y dormir sobre las nubes

Por Sofi

En las Perhentians islands,en Malasya, un chileno nos habló de este trekking describiendolo como uno de los más lindos que había hecho en su vida. Por tanto, una vez que llegamos a Gili Trawangan en Indonesia y vimos los anuncios, no lo pensamos mucho y decidimos hacerlo. La caminata se realizaba en la isla de Lombok y tenia varias opciones; desde un sólo día completo, hasta tres días y dos noches. Nos decidimos por éste último. Partimos un día temprano, a las 7 dejamos nuestras mochilas grandes en un hostel y sólo llevamos lo necesario en mochilas de mano: tres poleras, parcas y un pantalón largo para el frío que se suponía que iba a hacer. La verdad con una temperatura aproximada de 30 grados todos los días no creímos que íbamos a pasar frío. Menos mal que las llevamos! 
Medios dormidos y con un paquete de galletas como desayuno en la mano nos subimos la bote que nos llevaría desde Gili T. hasta Lombok. La parte de Indonesia que nosotros visitamos fue principalmente la isla de Bali ( esa que a todos les suena un poco, y donde se rodó la película "Comer, rezar, amar"). Luego pasamos unos días en Gili Trawangan, que es una pequeña isla parte de un grupo de tres que se llaman las Gili. Por último visitamos Lombok un tercer isla, pero mucho más grande que las Gili, donde hicimos el trekking. Ahora que los ubique un poco en el mapa, les seguiré contando. Ya en el bote si uno miraba un poco a su alrededor podía adivinar quienes iban a hacer un trekking y quienes iban a las playas de arena negra de Lombok. Los con zapatos de alta montaña y mochilas pequeñitas, sobresaltábamos en un grupo de locales y personas que sólo cargaban una toalla y un libro y vestían traje de baño. 
Apenas llegamos nos subieron a una mini van junto a dos canadienses y una española, sería nuestro grupo de trekking. Tras como cuarenta minutos en auto llegamos a Simatai, que sería el lugar de partida. Ahi nos explicaron que podíamos dejar nuestras mochilas grandes en ese lugar y sòlo llevar pequeñas. Sólo Diego y yo habíamos dejado nuestras mochilas en Gili Trawangan, pues volvíamos ahi. Los otros tres, se irían a otra isla. Mientras los dos canadiense, Sean y Molly, no tuvieron problema, Isabel, la española, parecía complicada. Al parecer ella había entendido que los porters cargarían con su mochila grande hasta arriba. Vació su mochila pero sin embargo decidió, contra todos lo aconsejable, llevarla bastante pasada con miles de cosas. Como cada uno cargaría su equipaje no le dijimos nada. Luego nos sirvieron un rico desayuno en base a panqueques de banana y café con leche, tras el cual estábamos listos para partir. 
Antes de subirnos a la minivan que nos acercaría los últimos kilómetros conocimos a Alan,nuestro guia. Era alto, delgado y no paraba de fumar. También iría con nosotros su hijo que a los 11 años ya iba por su 20 ava subida. Partimos como a las 10 am con una humedad de locos. Antes de comenzar la caminata nos registramos en la entrada del parque, y recibimos una tarjetita de plastico que se debía colgar en la mochila. Algo que en el momento no me llamó la atención y que ahora guardo como un trofeo. Los primeros pasos dentro del parque nos hicieron sentir agradecidos de subir por medio de la selva, había un sol fortísimo y los arboles nos protegían al menos de eso. Creo que no pasó ni juna hora antes de que nos diéramos cuenta de que la selva era un cuchillo de doble filo. Te cubría del sol, pero creaba un nivel de humedad que nos hacía bañarnos en nuestro propio sudor. Eso que sólo teníamos nuestras mini mochilas e íbamos con shorts y polera delgadita, la cual estaba empapada a las pocas horas de caminata. 
La entrada al parque, el comienzo de la caminata

El primer día fue sólo subida. Tras un par de horas paramos a almorzar,en un lugar que se llamaba post 1. Había como una plataforma por sobre el nivel del suelo con techo.Cuando llegamos al lugar, el almuerzo estaba casi listo. Como? Los porters. Estos son casi super héroes, suben la montaña rapidísimo  con sandalias, fumando, riendo, y con las carpas, los sacos de dormir, la comida y el agua para nueve personas! Es increíble como se mueven , lo rápido que suben y lo rico que cocinan. 
Mientras comíamos se puso a llover, razón por la cual nos quedamos un ratito más en ese lugar, descansado y escapando de la lluvia. Como siempre habíamos traído las cartas por lo que entre los cinco jugamos "Asshole", un juego que nos enseñaron los canadiense, sencillo y entretenido. Mientras los otros turistas y nosotros estábamos muy cómodos en ese lugar, los porters y los guías se apretujaban bajo un techo de hojalata que tiene que haber tenido como altura máxima 1 metro. No se por que existía esa separación ,pero a penas se vació un poco el lugar donde estábamos nosotros se acercó Alan con té para todos y se quedó conversando.
El refugio que nos sirvió e reparo de la lluvia

Tipo cuatro de la tarde volvimos a emprender la marcha. Había llovido, lo que lejos de hacer el ambiente más liviano lo hizó más pesado. Mientras avanzábamos por la selva,escuchábamos animales y conversábamos a veces, pero no mucho. Alrededor de la siete de la tarde paramos a comer  y dormir. Obvio que cuando llegamos las carpas estaban armadas y los sacos de dormir dentro. Estos nos sorprendieron pues eran muy calentitos, con chiporro dentro. 
Efectivamente una vez que se dejaba de caminar hacia frío  Cuando llegó el momento de definir quién dormiría con quién, Sean en canadiense, se llevó una mala sorpresa. De seguro pensó que era su momento de dormir con Molly, pero Isabel rompió su ilusión, diciendo que sí dormía sola, seguro,se moría de frio. la cara de desilusión de Sean no me la voy a olvidar jamás.
Carpas listas para dormir luego del primer día de trekking

 Tras una rica comida calentita y el té de rigor nos fuimos a dormir. Tipo cuatro de la madrugada nos despertó una ceremonia. Nunca descubrimos muy bien ni quién la había hecho ni para qué era. Sin embargo luego ya nadie pudo dormir y a las 5:30 empezaba nuestro día con un exquisito desayuno de panqueques de banana  y te. Voy a hacer un pequeño paréntesis en la historia y contarles un detalle. Yo no soporto el te. La verdad incluso el olor a te me revuelve el estomago. Sin embargo era lo único caliente que se podía tomar y lo que te servían con todas las comidas. Por lo que me fui acostumbrando.No digamos que ahora me gusta el te ni nada por el estilo, pero al menos ya no me parece el peor brebaje del mundo. Subimos dos horas más, dejando la selva atrás y comenzando una subida por la montaña pelada. Se hacia menos pesado debido a que con la altura desaparecían los arboles y daban paso a un refrescante viento. 
Luego, la primera sorpresa. La verdad que yo iba última con Alan, el resto se habìa adelantado, pero cuando llegamos al borde del cráter los otros no estaban. Al adelantarse se habían movido hacía el lado izquierdo de la montaña perdiendo un poco el camino. El pequeño hijo de Alan los fue a buscar. Por suerte como no había arboles, las siluetas se veían desde lejos. La vista era increíble, se podían ver las islas de los alrededores y en el cráter del volcán.. Un lago! Un lago de color verde hermoso. Paramos a sacar fotos, primero buscamos el lugar desde donde se viera el lago dentro del cráter  Si, sacamos fotos, grupales, solos en pareja, e todo tipo.  Tuvimos suerte con el día y estaba muy despejado. 
El lago dentro del cráter del volcán. Un lugar increíble.

Luego de la sesión fotográfica comenzamos el descenso al lago. Era un camino, bueno, apenas se podía llamar camino. Entre las rocas había un espacio por el cual había que descender con cuidado, usando ambas manos. Isabel, la española, insistió en usar sus bastones con el predecible resultado que al tener las manos ocupadas, se cayó. No fue nada terrible, en comparación con lo que podría haber pasado. No le quedó ni un solo rasguño. Sin embargo, nos quedamos un rato esperando que se tranquilizara y Diego se ofreció a llevarle la mochila hasta que llegáramos abajo. La mochila pesaba un montón y después descubrimos la cantidad de cosas que llevaba; infinidad de medicamentos y de aerosoles.
Una vez abajo, los porters nos volvieron a cocinar almuerzo muy rico y tuvimos un tiempo para descansar a orillas del lago. Luego del almuerzo volveríamos a subir por el otro lado del cráter  Cuando comenzamos el ascenso, mi cuerpo empezó a protestar, al parecer mi estado fisico no sólo estaba mal, si no que había dejado de existir! Mientras los dos canadienses, uno más deportista que el otro, corrían montaña arriba yo apenas podía caminar un máximo de 30 minutos seguidos. Ni los bototos de alta montaña parecían aportar. Alan con sus havaianas y su cigarro subía mas rápido y más tranquilo. Sin embargo yo no pensaba darme por vencida, igual ni que hubiera podido. Desde donde estábamos  la única manera de salir, era subir. Asi que subí, con Diego que me bancó cada paso, que, en contra de lo recomendado que es subir siempre a tu propio ritmo, fue a mi ritmo, me espero, me dio aliento, incluso me saco un par de sonrisas.
En el lago había "pique"

 Estábamos subiendo desde el cráter que queda a 2100 metros sobre el nivel del mar hasta el campamento 3, que quedaba a 3000 metros. Mientras íbamos subiendo pudimos observar las nubes entrar al crater el volcan, por el mismo lugar por lz que el agua del lago lo abandonaba, una pequeña cascada. La verdad por mucho que me costara subir, las vistas eran hermosas. Cuando por fin llegamos arriba, lo que vimos, me quitó todo le cansancio. Se ponía el sol y estábamos acampando sobre las nubes. Era increíble  Las carpas ya estaban armadas, la comida lista, los portes ,como de costumbre, habían hecho una comida exquisita. 
Acampando sobre las nubes

Mientras comíamos y se ponía el sol, Alan nos explicó como sería el último día de trekking. Nos levantaríamos a la 2 am para comenzar el ascenso a la cima a las 2:30 am. Teníamos tiempo para llegar a la cúspide hasta que saliera el sol. Cuando eso ocurriera sin importar donde estuviéramos teníamos que bajar. Tomaríamos desayuno en el campamento y a las 8 a más tardar comenzaríamos las 6 horas de descenso que nos quedaban hasta el pueblo. La razón de lo anterior era muy simple, si llegábamos pasada las 2 de la tarde al pueblo, no llegábamos a tomar el último bote a las otras islas que salía las 5. La subida a la cima era mucho más pesada que la que habíamos hecho ese día, no habría luz, y era mucho más empinado. Le sugerimos a Alan que mejor nos despertáramos a la 1:30 para salir a las 2 am. Yo dije que iba a ver si iba. La verdad la subida me había costado mucho y no sabía si era capaz de subir más. No podía respirar bien, ni me sentía bien de la guatita. Acordamos con Diego que aunque yo no subiera el si iba a subir, pues nada que ver que se quedara conmigo abajo si a el no le había costado tanto. Al final, nos fuimos a dormir, pero yo me pasé todo el rato pensando si iba o no y cuando sonó el despertador a la 1:30 am, no había dormido mucho, pero tampoco había tomado una decisión

Segunda parte: Camino hacia la cima

Por Diego

1.30. Suena el despertador. Apenas abro los ojos trató de recordar en donde estoy, por qué el techo es de lona. Cuando finalmente recuerdo que estoy en el monte Rinjani, a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, con las nubes debajo de nuestra carpa me comienzo a vestir. Estamos en Indonesia, cerquita de la línea ecuatorial y así todo comienzo por ponerme el jean para luego calzarme la campera, si, la campera de nieve porque la temperatura no es cálida, es más bien fría fría y el viento te cala la piel de una forma impensada para esa parte del mundo.
Sofi, a mi lado en la carpa, no se decidía si ir o quedarse. Ahí fue cuando me salió decirle: "Si vas a ir te tenés que cambiar" y salí de la carpa. Creo que la frase le llegó porque un minuto después estaba conmigo tomando nuestro té de rigor (aunque a esa hora y con el frío que hacía era la mejor bebida del mundo).
Como a las 2 arrancó la caminata.La cuestión era, como bien lo explicó Sofi, subir hasta que el sol asomara por el Este, en cuanto febo asomara, teníamos que comenzar el descenso, no importa en donde estuviésemos.
Como les decía, a las 2 de la mañana comenzamos el ascenso, con linternas en las cabezas y una mochila con cámara de fotos y agua cada uno, en fila, empezamos a "escalar" la montaña. El terreno era bastante empinado y lleno de ´pequeñas piedras que hacían que, si no tenías cuidado, te cayeras sin nada de que agarrarte.
Como no se veía nada, solo lo que iluminaban las linternas, de a poco nos fuimos quedando solos, cada uno por su lado y a su ritmo íbamos subiendo. Como el camino era más díficil que el día anterior, intuí que Sofi se había vuelto al campamento junto con Isabel, la española. "Al menos se sacó la duda y lo intentó", pensé.
Ya el viento comenzaba a pegar cada vez más fuerte y en un momento, un poco cansado y con algo de sed, me senté de espaldas a la montaña y apagué la linterna. Lo que sentí en ese momento es un poco difícil de describir. Estaba solo y a oscuras en una montaña y el viento me pegaba y enfriaba la cara de una forma totalmente gratificante pero lo realmente asombros era la soledad ene sa parte del mundo. Luego de un poco más de cinco minutos sentado, me paré, giré en 180 grados sobre mis talones y continué cuesta arriba.
La subida a la cima tenía dos partes. Una primera en que subías alrededor de dos horas y luego el camino se hacía algo plano y hacia la izquierda y la segunda parte que eran los últimos metros hacia arriba y hacia la cúspide.
Luego de haber completado la primer etapa estaba contento, me había costado pero lo había logrado. Lo que se venía era difícil pero estaba con el ánimo como para encararlo.
A medida que iba subiendo, si mirabas para atrás podías ver todas las lucecitas de las personas que venían detrás tuyo, algunas cerca y otras más lejos pero eran bastantes. Si mirabas para adelante pasaba lo mismo y podías llegar a pensar: "No falta mucho".
El "No falta mucho" en la montaña es un "engaña pichanga" como se dice habitualmente. Ya había llegado a la parte en que el terrreno era tan empinado que cuando dabas dos pasos para adelante, automáticamente dabas uno para atrás para no caerte. Era muy difícil y el frío era cada vez más intenso. En esos momentos pensaba varias cosas: "Qué estoy haciendo acá" "Sofi debe estar durmiendo placenteramente en la carpa" y también la voz de un amigo que me decía "No seas cagón y seguí" y yo seguía porque después de esos pensamientos también se me aparecía el de "Ya estoy acá, huevos Diego". 
De pronto el cielo comenzó a iluminarse. Las lunes que estaban al este comenzaron a adquirir un color rosado. Estaba amaneciendo, teníamos que volver y estaba tan cerca de la cima. El camino era muy difícil y el pico estaba cubierto enteramente por nubes. 
Amanecer camino a la cima

La línea de pidras que tenía que seguir para llegar hasta arriba estaba desierta salvo por una gran roca a uno de los lados. Hacía tanto frío y había tanto viento que busqué un poco de reparo en esa roca. Y ahí sentadito con las piernas pegadas al pecho vi una de las cosas más increíble que he visto en mi vida: un rio de nubes corría de este a oeste y, al momento de llegar a la montaña, la esquivaba y continuaba su trayecto. Era tan lindo ver eso iluminado por el sol. Y me quedé ahí, admirando todo, respirando tranquilo, con frió, si, pero muy feliz de lo que estaba viendo y sintiendo.
Cuando estaba dispuesto a continuar, dos figuras humanas venian descendiendo a gran velocidad. Eran los canadienses! Cuando me vieron, sin dudarlo, me dijeron "Diego, no sigás, no vale la pena, no se ve nada para ningún lado. Será mejor que volvamos, el sol ya está alto". Y ahí nomás dejé el orgullo de lado y me di cuenta que había llegado a la cima. Mi cima era esa roca, era esa visión de la "ola" de nubes surcando del cielo. Fue ahí que comencé a bajar.
Venía haciendo el descenso con cuidado de no caerme, haciendo fotos y con el sol calentándome de a  poquito el cuerpo cuando al llegar a la parte plana (la parte entre las dos etapas de la subida) escucho que me gritan "Diego!!", comencé a mirar para todos lados y ahí estaba ella. Era Sofi! Había subido, a pesar del camino sumamente difícil y de lo que le había costado el día anterior! Era Sofi! Que alegría que sentí. Bajé más rápido de lo que venía haciéndolo y la abrazé con unas ganas muy grandes. Ella también había llegado hasta la cima, hasta su cima. Lo había logrado!
La sorpresa más linda

Y ahí nomás comenzamos a bajar juntos. Nos sacábamos fotos, nos reíamos, estábamos felices. 
Al llegar al campamento, tomamos el desayuno y un ratito después empezamos las seis horas de descenso hasta el pueblo. 
La bajada fue tranquila, todos veníamos satisfechos con lo hecho (y me salió con rima y todo)
El Rinjani trekking había tenido de todo: esfuerzo físico, vistas increíbles, emoción y la satisfacción por haberlo logrado.

1 comentario:

  1. Me estoy gozando el blog, retratan muy bien las cosas que han vivido permitiendo a quien lee ser parte de aquellas aventuras al menos por un rato :) Y lo segundo, qué buena reflexión que les entregó la montaña... "encontrar nuestra cima", entendernos distintos, únicos y entrelazados también... creo que son un lindo retrato de quienes compartiendo buscan su destino. Les mando un abrazo, Sofi te quiero infinito!
    Cami Ostornol

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