sábado, 14 de septiembre de 2013

Un día en moto por Bali

A la isla más famosa de Indonesia la podés recorrer de diferentes formas: en auto, colectivo, minibus, bicicleta o moto. Nosotros elegimos ésta última y así fue como  encontrámos y descubrimos lugares y vistas preciosas con la sola ayuda de los simpáticos balineses
La preciosa vista al lago y volcán Batur

Por Diego


Estábamos en Ubud, centro geográfico y cultural de la isla de Bali, en Indonesia. Ese día me había despertado temprano, jugaba San Lorenzo. Por suerte le ganamos 2 a 1 a Quilmes tras comenzar  perdiendo. Luego de que el árbitro pitó el final del partido salimos a la calle, eran alrededor de las 10 de la mañana y hacía mucho calor. Nuestro objetivo era alquilar una moto y dar una vuelta por los alrededores de la ciudad.
Apenas nos dieron la moto (un scooter de color negro) fuimos al centro de información turística a averiguar qué podíamos visitar. El muchacho que nos atendió nos dió una papel con los lugares que podíamos visitar por cuenta propia, sin necesidad de contratar un tour.
Y así nomás, solo con la lista, la moto y nuestros cascos en la cabeza fuimos en busca del primer lugar de la lista:  Goa Gajah, la "Cueva del elefante". 
A decir verdad, nosotros pensamos que todos lugares quedaban en los alrededores de la ciudad y, vaya a saber uno por qué, enfilamos para el norte. Hicimos un par de kilómetro y nos dimos cuenta que no teníamos ni la más mínima idea de a donde teníamos que ir.  Ahí nomás empezamos a preguntar. Como casi nadie hablaba inglés nos empezaron a marcar el camino por señas. Algunos nos decían que sigamos, otros que diéramos la vuelta, otros que dobláramos en el primer camino a la derecha... En fin, después de unas cuantas preguntas y vueltas en "U" llegamos a la famosa cueva.
Apenas vi la entrada la encaré confiado pero fue ahí cuando un señor mostrándome la palma de su mano derecha me dijo "Stop" y me señalo mis bermudas. Lo que me quería decir era que así no podía entrar, debía ponerme un  "saron", una especie de pareo que me cubriese las piernas. Una vez puesto el saron y concentrándome para no caerme bajamos las escaleras hasta llegar al mencionado templo.
Construido en el siglo XI, la entrada al edificio es una enorme cabeza de elefante tallada sobre la propia roca. En los alrededores de la cueva hay otros lugares de oración y allí podés caminar tranquilo por la selva. La árboles nos brindaban sombra pero así y todo el calor era insoportable. El primer destino estaba hecho. Era momento de seguir.
Sofi en la "Cueva del elefante"

El segundo punto en nuestra lista era "Tampak Siring" ó "Holy Water Temple" (Templo de agua sagrada) y la historia, como en todo el día, volvío a repetirse: miles de preguntas y cientos de vueltas en "U". Lo bueno es que la gente de Bali es tan simpática que siempre trataban de ayudarnos a su manera, con señas, algunos hablando mínimo inglés pero la mayoría con una sonrisa en la boca.
Tampak Siring es un conjunto de piletas en que la gente se baña, reza y pide deseos. Solo se pueden bañar los locales pero es muy lindo de ver como meten la cabeza bajo el chorro de agua con las ofrendas en la mano haciendo equilibrio para no caerse. Para entrar a este templo, como en casi todos, tuve que volver a ponerme el saron. En los templos también hay un área de oración en el que el acceso es restringido y las reglas para el ingreso son algo llamativa. La más sorprendente, sin dudas, es que la mujeres que tienen el período no pueden ingresar.
La gente se baña con agua sagrado sin dejar caer las ofrendas
Las piletas de Tampak Siring
En los templos existen lugares exclusivos para el rezo

Ya eran como la una de la tarde cuando fuimos por nuestra moto estacionado en el parking. Miramos nuestra lista y el siguiente punto era la vista panorámica del monte y lago Batur.
Y ahí nomás, antes de salir del Tampak Siring, le preguntamos a un señor que vendía artesanías cómo llegar hasta ese lugar. Agitando su mano en dirección norte nos indicó el camino y cuando le preguntámos por el tiempo de distancia, con los dedos índice y medio de la misma mano, nos indicó que eran dos horas en moto. Con Sofi nos mirámos como diciendo ¿Vamos? Y si! Asi que enfilamos rumbo al norte.
Por supuesto que las dos horas fueron tres o tres y media porque muchas veces tomamos caminos que no eran pero al final estábamos ahí. Una imponente vista desde un mirador te mostraba al volcán Batur y su lago homónimo. Si mirabas con atención podías ver una de las laderas del volcán quemaba por la lava de la útima erupción. ¿Qué cuándo fue la eso?  En el año 2000. Estuvimos un rato ahí sentados, admirando el paisaje y desgustando unos frutos locales muy sabrosos hasta que decidimos encarar el último punto de la lista: el templo madre de Besakih.
Hermosa vista, encantador lugar

Antes de contar cómo llegamos al templo voy a hacer un paréntesis para hablar sobre como es manejar en Bali. Al principio pensé que no iban a pasar más de diez minutos antes de que me choque a algo ó a alguien porque las rutas de Bali son muy angostas y transitadas por todo tipo de vehículos pero las motos son mayoría y hay una cosa muy llamativa, nunca te das cuenta cuando pasás de un pueblo a otro, siempre hay alguna casa o negocio al costado del camino por eso fue que no nos dimos cuenta y al final del día habíamos cruzado toda la isla.
Nuestra motito

Había dos caminos para llegar al templo madre: uno por un camino plano y uno por un camino con curvas y cruzando una montaña. Tomámos el segundo porque supuestamente era más corto. El trayecto fue muy lindo, pasamos por bosques de árboles altos y por infinidad de aldeas en donde la gente, al ver que éramos extranjeros, nos saludaban con la mano y sonriendo.
Al llegar a Besakih el sol ya comenzaba a bajar, teníamos que apurar la marcha. Lo bueno de llegar a un lugar al atardecer es que está casi vacío, podés caminar tranquilo. En la entrada lo mismo que anteriormente, tenía que ponerme un saron. Lo diferente es que está vez no te lo colocaban gratis como en los otros templos, había que comprarlo. Y así fue como elejimos uno amarillo, naranja y negro que nos acompaño todo el viaje y que usamos en las playas de Tailandia para acostarnos bajo el sol.
El templo es el más importante de la isla y está ubicado sobre la ladera de un monte por lo que las vistas son muy pero muy lindas. 
Apenas entrás te encontrás con ua escalera tan larga que te dan ganas de salir corriendo. A decir verdad no eran tan difíciles y una vez arriba las pagodas eran cientas y las luz del atardecer las hacía ver muy bonitas.
El templo madre de Besakih
Estatuas en Besakih
Hermoso atardecer en el templo madre

Muy contentos con la visita era hora de emprender la vuelta y estábamos tan lejos! Cómo hacíamos para volver?! Preguntando, obvio. Y así fue como, ya de noche, parábamos cada tanto a preguntar por Ubud, "para allá" nos indicaban. Lo gracioso era que todo quedaba a siete kilómetros, cada vez que preguntábamos nos decían "En siete kilómetros, doblan a la derecha/izquierda y de ahí derecho" "El próximo pueblo queda a siete kilómetros" y así sucesivamente. Si hubiese estado en Argentina por seguro que al otro día le jugaba en la quiniela al siete, el revólver.
Y al final llegamos, ya eran como las nueve de la noche. Estábamos muy cansados pero así y todo nos bañamos y con un esfuerzo terrible fuimos a comer unas ricas pastas a pasos de nuetra Guest House.
El día en moto en Bali había sido sencillamente extraordinario.

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